lunes, 5 de noviembre de 2012

La princesa del Norte


Hace ya muchos años, en las frías tierras del Norte de Europa vivía una princesa.

La princesa pasaba sus días, contemplando el paisaje nevado, leyendo historias y mimando a su hermoso gato de pelaje gris y ojos claros como el cielo azul; también le gustaba observar el crepitar del fuego en la chimenea. Hacer punto era una de sus aficiones favoritas, ya le había hecho chalecos y bufandas a todas las personas que vivían en el castillo.

Porque la princesa vivía en un enorme castillo con sus padres, el rey Wilfredo y la reina Fredesbinda. El castillo estaba emplazado en una colina desde donde podía contemplarse gran parte del territorio circundante, gustaba la princesa de subir a la parte más alta de las murallas, el adarve, por allí se desplazaba por los muros del castillo y contemplaba el paisaje a través de las almenas.

Una tarde de invierno, mientras paseaba, se desató un viento gélido que hizo que la princesa enfermara.

Pasaron muchos días y a pesar del tratamiento que el médico prescribió a la princesa, ésta no mejoraba, su tos podía escucharse en todo el castillo.

Preocupados el rey Wilfredo y la reina Fredesbinda hicieron venir al castillo a un sabio que les anunció que la única solución para curar el mal que tenía la princesa, era ir a vivir a tierras cálidas.

Los reyes, deseosos de ver que la princesa curara, enviaron a su hija a tierras lejanas, acompañada del médico y personal del castillo.

Partió la princesa con gran pesar, de dejar a sus padres, pero no había otra solución.

Pasaron muchos días, hasta que por fin llegó. Lo primero que llamó su atención fue que no iba a vivir en un castillo, sino en una modesta casa hecha de madera y techo de palma, aquello le causó un gran impacto.

Aquel día se acostó sin haber visto nada de aquel nuevo lugar. Así transcurrieron los días y la pertinaz tos fue desapareciendo poco a poco.

Una mañana la princesa, se levantó con ganas de pasear decidida a conocer aquel lugar. ¡ Qué sorpresa se llevó ! Aquel paisaje le pareció el más hermoso que jamás hubiese visto. ¡ Qué decir de aquellos pájaros multicolores, de aquel pajarito chiquitín que brillaba al Sol igual que un arcoiris y movía sus alitas incansable !; y las mariposas, qué grandes y qué dibujos tan bonitos tenían sus alas.

Llegó hasta la playa, se sorprendió del color dorado de la arena y del azul turquí del mar. No pudo remediarlo; corrió hasta sus aguas; qué agradable sorpresa al comprobar que no estaba fría, pequeños peces de colores nadaban junto a ella.

¡Qué feliz se sintió! Continuó su paseo y comprobó lo variado de la vegetación, las palmeras altivas salpicaban todo el paisaje. Estaba contemplando unos árboles con flores, que parecían encendidos por el fuego preguntándose ¿cómo se llamarían ? cuando un joven pasó por allí.

Viendo éste con la curiosidad que observaba aquellos árboles, se acercó hasta ella y le preguntó:

          - ¿ Son hermosos..verdad? ¿ Sabéis cómo se llaman ?.
          - Lo desconozco - contestó la princesa, apenas sin voz.

Se había enamorado de aquel muchacho de piel tostada por el Sol y ojos negros, como una noche sin estrellas. Él también sentía latir con fuerza su corazón, al contemplar a aquella muchacha de ojos claros y cabellos dorados como el Sol.

          - Se llama flamboyán.

Desde aquel día, el muchacho se ofreció a enseñarle las bellezas de aquel lugar y ella aceptó con agrado. Daban grandes paseos y poco a poco surgió entre ambos el amor.

Hacía tiempo que la princesa no tenía noticias de sus padres, deseaba verlos y contarles todo lo que había conocido y lo enamorada que estaba, le daba mucha pena abandonar aquel lugar; el joven se ofreció a acompañarla.

Después de un largo viaje llegaron a las frías tierras del Norte de Europa y se encaminaron hasta el castillo, pero ¡ Qué grande fue su sorpresa al comprobar que éste estaba rodeado de unas enormes plantas carnívoras, que impedían el paso a quien osase entrar en el castillo!.

Preguntó a los habitantes de un pueblo cercano, ¿cómo había ocurrido ? Estos le contaron que el viento había traído estas semillas que crecieron de forma instantánea, sin poder hacer nada por impedirlo.

¡ Cuántas lágrimas derramó la princesa al saber que sus padres estaban dentro desde hacía meses, seguramente las provisiones ya se habrían acabado !.

De pronto, el joven tuvo una idea. Preguntó a la princesa ¿recuerdas que en mi país, apenas se come carne, pero la gente, está bien alimentada con legumbres: frijoles negros, colorados, pintos.

          - Es verdad, pero no entiendo por qué me cuentas eso ahora.
          - Verás, vamos al pueblo más cercano y te lo explicaré.

Se encaminaron al pueblo más cercano y allí todos conocían la historia de las plantas carnívoras que habían rodeado el castillo.

El joven les explicó, el plan que tenía para librarse de ellas, prepararían grandes ollas con lentejas ; que al tener muchas proteínas, seguramente les gustarían, echarían grandes dosis de somníferos y colocarían las ollas alrededor del castillo.

Asombrados todos, obedecieron al joven que mostraba tanta seguridad en aquel plan ayudándole a ponerlo en práctica. Muy grande fue la sorpresa de todos al comprobar lo que ocurría.

Las plantas carnívoras comenzaron a comer de las ollas de lentejas y poco a poco se fueron quedando profundamente dormidas; entre todos los habitantes del pueblo junto al joven fueron arrancando de raíz todas las plantas carnívoras e hicieron un gran fuego y las arrojaron en él y así desaparecieron para siempre.

Por fin pudieron entrar en el castillo, y los reyes recibieron con enorme alegría a su hija, que les presentó al joven del que se había enamorado, los reyes les dieron su permiso para casarse. Se casaron y fueron muy felices.

 
Realizado por :
Egara Casanova Ocaña
Noviembre-2012

1 comentario:

  1. Qué nivel de creatividad, me encanta.
    La descripción de los paisajes, de los personajes...ese romanticismo. Espero que sigas escribiendo más historias.

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