Valores del cuento

Desarrollo social y afectivo del niño y su relación con el cuento.


Algunas consideraciones sobre el cuento infantil.

         El cuento clásico infantil es considerado en la actualidad como una de las
principales herramientas culturales que durante las primeras edades ayudan a
niños y niñas a conocer el mundo.

         Sus raíces, ligadas al mito y pertenecientes a sociedades arcaicas de
origen indoeuropeo, su pervivencia en el tiempo, siendo testigos de diferentes
momentos históricos y apropiados en distintas culturas, han convertido al cuento clásico en un material cargado de cultura humana de todos los tiempos.
Ésta ha sido una de las principales preocupaciones que han llevado, especialmente, a psicólogos, pedagogos a focalizar su atención en la cultura que se transmite desde estos cuentos clásicos, especialmente, con el fin de determinar si resulta adecuada o no, en la época actual, para el desarrollo infantil.

         De entre todos los materiales que podemos utilizar como base para el desarrollo del lenguaje, sin duda el mejor es el cuento.
         El cuento es el principal motivador para iniciar una serie de aprendizajes escolares y les permite:
·      Comprender hechos, sentimientos de otros.
·      Convertir lo fantástico en real.
·      Identificarse con los personajes.
·      Dar rienda suelta a su fantasía, imaginación, creatividad.
·      Suavizar tensiones y resolver estados conflictivos.
        
         Esto hace que el adulto posea una herramienta fundamental a través de la que puede desarrollar una amplia gama de objetivos:
·      Aumentar la expresión oral con un vocabulario amplio, claro, conciso y sugestivo.
·      Fomentar la creatividad del niño.
·      Crear hábitos de sensibilidad artística mediante imágenes atrayentes para el niño.

Los niños pueden seguir perfectamente la secuencia de un cuento si:
·      Las motivaciones y metas de los personajes están próximas a las suyas.
·      La secuencia causa-efecto es muy simple.
·      El material está ordenado.
        
         Según Sara Cone Bryant, las cualidades más apreciadas por los niños en los cuentos son:
·      Rapidez de acción: a los niños no les interesa tanto lo que piensan o sienten los protagonistas como lo que hacen. Esta preferencia del niño/a muestra su instinto natural.
         Conviene que las acciones, motivaciones y metas de los personajes sean similares a las suyas, porque les facilitan el seguimiento de la secuencia del cuento.
·      Sencillez teñida de misterio: se trata de cosas que oye y ve todos los días, teñidas, sin embargo, por una sombra de misterio que las hace más agradables y atrayentes. Para conseguir el halo de misterio es necesario un tono ausente de monotonía.
·      Elemento reiterativo: consiste en una determinada cantidad de repeticiones que corre paralelo a la necesidad que siente el niño/a por conocer, reconocer, asegurarse y conquistar la realidad.
         Cuanto más pequeño es el niño/a más le gustan los cuentos cortos y de fórmula (de nunca acabar, acumulativos, ...). Esto se debe, en parte, a que la estructura reiterativa ayuda a una mejor memorización y, en parte, a su carácter inquieto, con poca capacidad de atención y concentración, que no le permite captar totalmente el hilo de una historia. Otra razón por la que el niño/a recuerda el cuento es porque se proyecta en él.

         A partir de los 4 años, el niño/a toma mayor interés por las narraciones, sigue atentamente el relato y comprende mejor la acción.
         Algunas de las ventajas que ofrece el cuento, a nivel pedagógico son:
·      Su estructura secuencial lineal.
·      Personajes fácilmente reconocibles.
·      Formas lingüísticas que la memoria aprende sin demasiados obstáculos.
·      Estructura abierta, flexible, que permite la memorización y la transmisión.

         Como hemos visto, el valor educativo del cuento es muy amplio, aunque podríamos sintetizarlo así:
·      Crea un clima que favorece el entretenimiento y la relajación.
·      Desarrollar el lenguaje no sólo en su aspecto comunicativo, sino estético y creativo.
·      Favorece el desarrollo afectivo, pues el niño/a, a través del cuento, podrá encontrar significado a los valores humanos y es un elemento catártico de sus angustias y temores.
·      Favorece el desarrollo social en cuanto a que le permite comprender roles y valores y es un medio de transmisión de creencias y valores.
·      Es un vehículo de la creatividad. A través de él el niño/a podrá inventar nuevos cuentos o imaginar y crear personajes.

2.2 Los cuentos en el desarrollo del lenguaje infantil.

        Parece bastante obvio que la estimulación del lenguaje oral es fundamental para los niños en sus primeros años de vida.
         Los cuentos son una herramienta con la que se pueden trabajar diferentes aspectos fundamentales para un mejor desarrollo del lenguaje, realizando distintos ejercicios, siempre de forma lúdica, mientras se narra un cuento infantil.
         Los ejercicios que se pueden realizar a la hora de narrar un cuento son praxias orofaciales (es decir, movimientos de los órganos involucrados en el habla), el ritmo, la discriminación auditiva, el vocabulario y el lenguaje comprensivo y expresivo.
         La mayoría de los cuentos contienen conceptos básicos, temas y vocabulario cercanos al niño (el cuerpo, la comida, los animales, la ropa…), además, ya lo comentaremos más adelante, suelen añadir alguna moraleja final, para fomentar valores tales como la amistad, la tolerancia, la higiene…
         Es muy habitual que los peques nos pidan que les leamos el mismo cuento una y otra vez hasta que se lo aprenden de memoria. Detrás de esta repetición hay un importante beneficio para ellos pues oír muchas veces el mismo cuento acelera la adquisición del vocabulario en los niños.
         Así lo afirma, por ejemplo, un estudio de la Universidad británica de Sussex realizado con niños de 3 años, a quienes se separó en dos grupos para constatar el aprendizaje de dos nuevas palabras.
         Los métodos fueron diferentes para cada grupo. Uno escuchó tres historias diferentes con estas palabras, mientras que el otro grupo escuchó una única historia con las mismas palabras nuevas. Después de una semana, se constató que los niños a los que se había contado solo un cuento recordaban mejor las nuevas palabras que los niños a los que se había contado tres historias diferentes.
         Lo que sucede es que cada vez que un niño escucha el cuento está adquiriendo nueva información. La primera vez se centra en la comprensión de la historia, la segunda percibe los detalles y la descripción, y así progresivamente.
        Oír muchas veces el mismo cuento, aunque a nosotros nos parezca monótono, es muy bueno pues acelera la adquisición del vocabulario en los niños.

2.3 El cuento clásico infantil como instrumento de transmisión de valores sociales.

         Los valores de una sociedad se encuentran en su cultura y esta se va a manifestar dentro de un marco histórico y un contexto concreto. Los cuentos, como pertenecientes a este momento concreto quedan impregnado de la cultura y por la tanto, también de los valores vigentes en ese momento.

         Los cuentos clásicos tienen un lugar importante en el campo de la literatura infantil ya que en ellos descansa la tradición y el repertorio cultural que ha ido pasando de generación en generación.

         Numerosos autores defienden el cuento clásico como uno de los instrumentos fundamentales para la transmisión de una cultura y unos valores, pero, debido a los cambios, a los medios de comunicación, al desarrollo tecnológico, etc., los cuentos se han visto abocados a numerosos cambios; no solo en lo que a formato se refiere sino también en su contenido sociocultural.

         Surgen nuevas versiones que actualizan sus contenidos, ofrecen una visión más moderna de los personajes o introducen temas que son objeto de reflexión o preocupación en la actualidad. Así, ya sabemos que la mayoría de los cuentos que hoy conocemos como tradicionales han sufrido cambios a lo largo de la historia.

         El desarrollo cultural, económico y tecnológico en las últimas décadas ha
ocasionado un cambio en los valores, además, los avances dentro de la
Psicología y la Pedagogía han marcado pautas de cómo debía de enfocarse su
educación a través de la literatura introduciendo modificaciones en la forma de
entenderla y por consiguiente en sus temáticas y contenidos.

         “Los libros dirigidos a los niños y niñas han tenido que variar,
pues, sus temas, tanto para reflejar problemas y formas de vida
propios de la realidad de los lectores como para responder a la
preocupación educativa que, fruto de nuevas actitudes morales,
debilita el consenso sobre la preservación de la infancia como una
etapa inocente e incontaminada, propia de la narrativa de las
décadas anteriores” (Joan Colomer) .

         Por ejemplo, el cuento de Caperucita Roja ha sufrido varios cambios de sobra conocidos. En la versión de Perrault, el primero en poner por escrito esta historia de la tradición oral, el lobo se come a Caperucita y a la abuelita sin ningún miramiento. Los hermanos Grimm suavizan un poco la historia e incluyen la figura del cazador que las salva. Hoy en día, aún sin saber si se trata de una broma o de algo serio, podemos encontrar esta versión del cuento, muy políticamente correcta y, desde luego, muy apropiada para los tiempos que corren:

         Érase una vez una persona de corta edad, llamada Caperucita Roja. Vivía en un bosque con su madre, y un día, ella le pidió que fuera a casa de su abuela, para traerle un poco de comida...
Por el camino, se encontró, con el lobo, quien le preguntó qué llevaba en la cesta, y Caperucita respondió:
- Comida para mi abuela, que como persona adulta que es sabe, cuidarse de si misma.
El lobo dijo a Caperucita que ese bosque era peligroso para una niña como ella, y ella encontró esta observación sexista y en extremo insultante.        Caperucita siguió su camino, pero el lobo cogió un atajo y llegó antes a casa de la abuela, y se la comió adoptando una línea de conducta completamente válida para cualquier carnívoro...
Caperucita entró en la casa, y el lobo se tiro sobre de ella, pero ella chilló, y un operario maderero, la oyó y entró dispuesto a cortarle la cabeza al lobo. C        Caperucita lo encontró una acción sexista, terrorista, y racista, así que se lo dijo al operario. Al oír esto, la abuela salió de la panza del lobo, cogió la hacha del madero, y le cortó la cabeza al hombre...
Desde aquel día la abuela, el lobo, y Caperucita, decidieron instaurar una forma alternativa de comunidad basada en la cooperación y el respeto mutuos”.

         Así pues, los cuentos se presentan como un vehículo social y cultural y como un claro reflejo de la sociedad que los cuenta.

         Desde el primer momento en el que surge la literatura infantil, existe una
preocupación por su implicación educativa. Ésta preocupación ha evolucionado
a lo largo de la historia en cuanto a objetivos y contenidos que la han
caracterizado. Desde aquella primera literatura, cuyas finalidades eran
meramente instructivas y que incitaban a la obediencia y a la sumisión, con
relatos de considerable crueldad, hasta los pertenecientes a corrientes
liberadoras, anticonsumistas, feministas, desmitificadoras que, conocedoras del poder educativo de los cuentos, los han utilizado para transmitir lo que desde cada una de estas consideraba idóneo para el desarrollo social o emocional del niño.
        
         Los cuentos ofrecen una primera visión del mundo social afectivo y
emocional que los niños irán conociendo poco a poco. Esa forma de conocer el
mundo a través de los cuentos supone un encuentro, desde el punto de vista moral, con los problemas éticos fundamentales, que facilitan la construcción del significado del bien y el mal, y por consiguiente la creación de un primer código moral, así, el niño que crece en contacto con los cuentos, se va
impregnando de valores humanos, perdurables y necesarios para constituirse
como persona, considerando, que en ellos, los cuentos, se defiende sobre
todo,el derecho a la vida, a la paz, se busca la libertad, la fraternidad, la
igualdad...

         Desde el campo de la psicología se considera que los cuentos clásicos, durante la infancia alimentan la imaginación del niño y estimulan su fantasía. 

         Pero también hay detractores de estas ideas, los cuentos clásicos han sido acusados de “maniqueísmo, por ofrecer clara diferenciación entre el bien y el mal, y por pronunciarse sistemáticamente por el bien, incrustado en el final feliz. Han sido acusados también de alineación y de adoctrinamiento.

         Algunas personas consideran perjudiciales estas historias por su falta de relación con la realidad; otras temen que los cuentos de hadas puedan seducir al niño exacerbando una desbordada imaginación que le impida enfrentarse al mundo real. La realidad es que, precisamente, la combinación equilibrada de imaginación y realidad cotidiana es la que nos facilita enfrentarnos al devenir de la vida.

         El cuento, entre los textos literarios, es el género más moderno y el que mayor viabilidad tiene. Por la sencilla razón de que la gente jamás dejará de contar lo que pasa, ni de interesarse por lo que le cuentan, cuando esté bien contado. Todo buen cuento no es el que surge de las puras ganas del autor ni es el que deviene de un intento catártico, sino el que nace sencillamente de la inevitabilidad de su existencia. Es decir, se escribe porque no se puede dejar de escribirlo. Es como si el cuento viniera empujando desde adentro del autor y explota en las páginas que lo contienen. El cuento es “como un excelente medio pedagógico para estimular el desarrollo de los valores y la enseñanza de la lengua materna” y su finalidad es la de hacer que la literatura sea la piedra angular del edificio educativo. El cuento permite al niño interpretar sus emociones; sus pensamientos, sus experiencias, ahonda el conocimiento hacia sus semejantes; le hace conocer sus tentaciones y fracasos, aspiraciones y éxitos, también escuchar los dominios de la imaginación infantil y del joven; le permite conocer un mundo nuevo, enriquece su vocabulario y vigorizar su poder de expresión. La narración de cuentos abre un espacio que permite satisfacer profundas necesidades, en tanto que conduce al niño a la realidad, en un intento constante de transformarla, reinventarla según el deseo de sus propias fantasías. Les hace aprender desde temprana edad el concepto de belleza y estimula su discernimiento al distinguir al instante al malo en el cuento y también al bueno y dar a cada quien su mérito.

         Situar el cuento en el contexto educacional en sus primeros niveles hace posible que la promoción y difusión del texto literario sea accesible y se convierta en un elemento fundamental en el proceso educativo, para lo cual debe cumplir con los siguientes objetivos:

1.           Ampliar el horizonte social, intelectual, afectivo y lingüístico del niño.

2.           Perseguir la formación de un niño socializado, participativo, abierto e interesado en nuevos contactos y a la vez capacitado para establecer asociaciones nuevas y formular críticas.

3.           Estimular el desarrollo de un niño libre, creativo en su pensamiento, expresión, palabra y acción.  Mediante el cuento es posible transmitir a los niños y jóvenes, mensajes que se anidarán en su corazón y los ayudarán por largos años a encontrar los caminos correctos de la vida, les permitirán revivir con emoción los sentimientos puros de su niñez; les harán recordar con cariño la gente que estuvo cerca de ellos, las primeras amistades, los personajes reales o imaginarios, entre otras cosas.



2.4 La importancia de la fantasía.

        La imaginación es una capacidad que se basa en el pensamiento, en la memoria y en la percepción para representar imágenes mentales. Estas imágenes favorecen el recuerdo y por tanto el aprendizaje. De ahí la importancia de fomentarla en la etapa infantil que es donde estamos más abiertos a esa creación de imágenes.

         De la mano de la imaginación y lista para ayudarla a desarrollarse va la fantasía, algo que está, porque debe estarlo, muy presente en la vida de los niños.

         Según la Real Academia de la Lengua el término fantasía significa “facultad que tiene el ánimo de reproducir por medio de imágenes las cosas pasadas o lejanas, de representar las ideales en forma sensible o de idealizar las reales”.

         Por otro lado, la palabra fantasía viene de la griega phantasía, que significa: facultad mental par imaginarse cosas inexistentes y proceso mediante el cual se reproducen con imágenes los objetos de entorno.

         La fantasía recoge material de la realidad, la reconvierte o la reforma y cumple una función imprescindible para nuestras vidas ya que actúa como válvula de escape. Nos permite rectificar la realidad. Al igual que el pensamiento, es uno de los procesos cognitivos superiores que nos diferencian de la actividad instintiva de los animales irracionales. No es casual que, en el plano laboral o práctico sea difícil empezar una labor sin antes imaginar su resultado. Necesitamos la fantasía para tejer un jersey, para construir una casa o para escribir un cuento, necesitamos tener una imagen del resultado de nuestro esfuerzo, independientemente de que, finalmente, la realidad se parezca más o menos a lo que fue nuestra fantasía. Sin fantasía no es posible ningún conocimiento humano, es un don que los individuos debemos cultivar puesto que, sin ella, sería más difícil reformar o transformar la realidad insatisfactoria y alcanzar un desarrollo humanístico y tecnológico de provecho para la sociedad.

         Ya decía Tolkien, “la fanatsía es, como muchas otras cosas, un derecho legítimo de todo ser humano”. O Roald Dahl, “el que no cree en la magia nunca la encontrará”. Y, desde luego, ellos sabían mucho de este tema.

        
         Según Freud, la fantasía es un fenómeno inherente al pensamiento, como una actividad psíquica que está en la base del juego de los niños y el arte de los adultos y Brunno Bettelheim comenta en su libro, La psicología de los cuentos de hadas encontró en la trama de los cuentos un alto valor estético y terapéutico, capaz de desencadenar las ataduras neuróticas y ayudar a los niños a solucionar sus angustias y sus conflictos emocionales.

         Así pues, ya vemos que la fantasía no es un privilegio reservado a escritores y pintores, es una cualidad humana que ocupa un primer lugar en la vida mental de los niños quienes, como seres instintivos que son, recurren a la imaginación para compensar su falta de capacidad cognitiva.

         Jean Piaget estaba convencido de que el niño estructura su capacidad y sus conocimientos a partir de su entorno y de sí mismo por medio de estructurar sus experiencias e impresiones y organizar sus instrumentos de expresión. Así, cuando el niño escucha un cuento fantástico o de hadas, que trata sobre algo nuevo, puede aprender y asimilar con la ayuda de sus conceptos y experiencias anteriores y para alcanzar una comprensión más profunda y desarrollar un nuevo concepto, el niño acomoda los nuevos conocimientos a los que ya tenía.

         Nadie sabe a ciencia cierta a qué edad se desarrolla la imaginación del niño, pero sí está claro que la aparición de las imágenes de la fantasía es el resultado de la actividad del cerebro humano y como tal debe ser entendida y valorada.

         Dada la importancia que tiene la imaginación en los niños, los psicólogos han dividido la evolución de la fantasía en dos etapas: la primera consiste en el paso de una imaginación pasiva a la imaginación activa y creadora; la segunda, conocida con el nombre de animismo es la etapa en la cual el niño atribuye conciencia y voluntad a fenómenos de la naturaleza, elementos inorgánicos etc.

2.5 Etapas del desarrollo de la imaginación.

        La fantasía en el niño, ya lo hemos visto, se va a desarrollar desde una edad muy temprana y va a ser imprescindible para crear su personalidad. Gracias a ella crecerá su capacidad creativa.

         A través de cuentos, dibujos animados y juegos se va a estimular su imaginación,sensibilidad y conciencia moral. Todos estos serán instrumentos que le ayudarán a conocerse a sí mismo y al mundo en el que vive.

         Esta imaginación se va a desarrollar en varia etapas diferenciadas y con mayor complejidad a medida que el niño crece.

         Primera etapa: La imaginación es pasiva, no sale al exterior y no seremos conscientes de ello ya que el niño la expresará a través de juegos y no abiertamente.

         Segunda etapa: El niño dota de vida a seres inanimados, habla con un árbol o con sus muñecos. De este modo desarrolla la comunicación y juega con su fantasía equiparándola a la realidad.

         Tercera etapa: Aparecen personajes nuevos, ya no necesariamente inanimados. Los duendes, las hadas, los amigos imaginarios hacen su aparición en escena y el niño expresará sus miedos y sus anhelos por medio de ellos. Empieza a sentir y a intentar comprender sus sentimientos contradictorios y los personajes malvados se encargarán de llevar la carga de los malos. La rabia, la frustración los malos deseos estarán encarnados en una bruja o un villano. El héroe representará sus buenos deseos, su bondad, etc. Así, el niño va aprendiendo a expresar sus emociones sin valorarlas como buenas o malas: las expresa a través del personaje y se identifica con él.

         En la mayoría de los casos los niños van a aprender valores buenos y positivos pero la fantasía y los cuentos también pueden provocar malos sentimientos, prejuicios, etc. Hay que ser conscientes de ello y ayudar al niño a que su imaginación le ayude a crear experiencia positivas.

         Es precisamente por eso por lo que, sobre todo en sus primeros años, los cuentos y las historias que les contemos serán más apropiados si tienen un final razonablemente feliz, no solo porque la enseñanza y los valores serán positivos sino porque, de otra manera contribuimos a crear en ellos sentimientos de desconfianza e indefensión. La esperanza desaparece y será más difícil hacerles creer en su capacidad para enfrentarse a la vida y a los problemas que surgen de ella. Ver que sus miedos son respetados, que se pueden enfrentar a ellos, que hay maneras y soluciones les dará seguridad y esta es una de las funciones más importantes del cuento. No es solo vehículo de valores y cultura, no solo les ayuda a desarrollar su imaginación y a potenciar su creatividad, además, les da herramientas para enfrentar su día a día y para ayudarles a crecer en un mundo que se encargará de enseñarles su lado menos amable. Los cuentos, a través de la fantasía les ayudan a conocer la realidad, son terapéuticos porque el lector encuentra sus propias soluciones mediante la repercusión que la historia tiene en su propia vida, aportan importantes mensajes al consciente, preconsciente e inconsciente, ya que éstos tratan problemas humanos universales y estas historias calan en el niño, concretamente en su pequeño yo en formación, estimulando su desarrollo y al mismo tiempo liberan al preconsciente y al inconsciente de sus pulsiones. Nos ayudan a realizarnos en las distintas etapas o periodos, mediante símbolos y personajes prototípicos que llegan en primera instancia al subconsciente del niño, a través del cual él lo asimilará dependiendo de su estado psicológico y necesidades. Además estos permiten al niño expresar y superar sus temores, ayudándole a no basarse en el principio del placer y actuar conforme al yo según lo aprendido en los relatos, tanto positivo como negativo.

          
2.6 El cuento y el desarrollo psicomotor.

        Hemos hablado hasta ahora del valor educativo del cuento pero es importante también que conozcamos hasta que punto su utilización como recurso es beneficiosa para el niño.

         El ser humano es una unidad psico-afectico-motriz. Su condición corporal es esencial. La psicomotricidad no solo se fundamenta en esta visión unitaria del ser humano, corporal por naturaleza, sino que cree haber encontrado la función que conecta los elementos que se creían separados en el humano, el cuerpo y el espíritu, lo físico y lo psicológico.

         El objetivo de la psicomotricidad es el desarrollo de las posibilidades motrices, expresivas y creativas (del individuo en su globalidad) a partir del cuerpo, lo que lleva a centrar su actividad e investigaciónsobre el movimiento y el acto incluyendo todo lo que se deriva de ello: disfunciones, patologías, educación, aprendizaje, etc.

         De los 6 a los 12 meses el niño, a nivel motriz, se estira para coger un libro, se lo lleva a la boca. Se sienta en el regazo con la cabeza erguida y es capaz de dar la vuelta a la página de un libro con la ayuda de un adulto.

         De los 12 a los 18 meses se sienta solo, es capaz de coger el libro con ayuda. Puede sostenerlo e incluso darle las vueltas a la página, sobre todo si estas son de cartón.

         De los 18 a los 24 meses, a nivel psicomotor, el niño es capaz de dar la vuelta a las páginas una a una (mejor si son de cartón duro) y de pasear con él por toda la casa.

         Desde los 24 a los 36 meses es cuando el niño, de verdad, va a aprender a manipular las páginas de papel y ahora sí, avanzará hacia delante y hacia atrás buscando sus figuras favoritas y los dibujos que más le han llamado la atención. A partir de esta edad y muy poco a poco los niños serán capaces de ir asimilando lo que ven en el libro y de unirlo a lo que los adultos les contemos.

         A los 5 años, en la mayoría de los casos, los niños aún no leen. Han aprendido algunas letras y hacen sus pinitos uniéndolas.

         Aún así, es bueno leer con ellos, coger libros de la estantería y dejar que el niño se apoye en las imágenes para cintar lo que va pasando. De este modo se trabajan muchos aspectos de su desarrollo como la expresión oral, el vocabulario, la atención, la construcción de frases... Además, después podemos leer lo que dice el cuento y que, de este modo, ellos comprueben lo que se han acercado a la historia real.

         Los cuentos siempre han estado muy unidos a la dramatización. La representación de estos ayudan a que se trabajen infinidad de aspectos, además de los antes mencionados podemos hablar de la adquisición de roles, la expresión corporal, la psicomotricidad... Ayudándonos de papel de colores, trapos o ropas viejas e imaginación, mucha imaginación, haremos que los niños se sumerjan en nuevos mundos conociéndolos y conociéndose ellos mismos.

         Pero además, los cuentos nos pueden servir también para relajarles. Si creamos un buen clima, hablándoles de manera pausada y tranquila y eligiendo bien el cuento en función de la edad, los gustos y el momento seremos capaces de convertir un campo de batalla en un remanso de paz.

         Por último, hablemos del cuento motor, ¿qué es? El cuento motor, es una variante del cuento hablado, podríamos denominarlo como el cuento representado, un cuento jugado, en el cual hay un narrador y un grupo de niños que representan lo que dice dicho narrador. Se trata de una variante del cuento, motivadora, educativa y estimulante, que resulta muy eficaz sobre todo en la escuela primaria e infantil, para el desarrollo tanto psíquico, físico como mental del alumno, donde el factor fundamental es el juego.

         Podemos hablar básicamente de dos tipos de cuento motor:

         Cuento motor sin materiales: En este tipo de cuento, se desarrolla sobre todo la imaginación y la creatividad del niño, ya que no hay materiales y tienen que utilizar lo que el medio, en el que se desarrolla la acción, le proporciona. Es el mejor, en el desarrollo social, en el desarrollo de las emociones y los sentimientos. Aquí el adulto cumple un papel muy importante como guía, ya que pueden verse desbordado de información y no saber cómo representar lo que se le dice.
        
         Cuento motor con materiales: Aquí se desarrolla además de la creatividad y la imaginación, las habilidades y las destrezas básicas. Se fomenta sobre todo la participación, el respeto al material y a los compañeros, el compañerismo, etc. En él el niño podrá usar lo que esté a su alcance para recrear la acción.
         Lo mejor que tiene el cuento motor es la motivación que activa en el niño porque cuando escucha un cuento interpreta en su mente o representa mentalmente en su cabeza las escenas del cuento, pero un cuento motor hace que el niño sea protagonista de esas imágenes o representaciones mentales que el niño hace en su cabeza, cuando escucha el cuento. Es una forma libre y desenfadada, en la cual lleno de energía, expresa sus emociones y sentimientos, además de explayar su imaginación.
         Por lo tanto, es el mejor nexo de unión que hay entre el niño y el adulto, ya que el niño escucha y realiza la tarea de una forma libre y espontánea y el adulto consigue que el niño desarrolle y afirme el esquema corporal, por ejemplo.
         Así pues:
         Características del cuento motor:
         - Es un eslabón previo al cuento escrito, y puede ir paralelo al cuento narrado.
         - Incide directamente en la capacidad expresiva de los niños (primero se interpreta cognitivamente y luego se interpreta motrizmente).

         - El niño, cuando ejecuta el cuento motor, se convierte en protagonista absoluto.

         - El cuento motor es una fuente motivadora que despierta en los niños el interés por descubrir historias y personajes, y les ayuda a introducirse en los caminos sorprendentes de los libros.
        
         Objetivos de los cuentos motores

         - Desarrollar las habilidades perceptivo-motoras.

         - Experimentar posibilidades creativas a través de la expresión corporal.

         - Descubrir el propio cuerpo como vehículo de comunicación.

         - Enfrentar al alumno a la toma de sus propias decisiones en cuanto a expresión y movimiento, tomando conciencia de su cuerpo y del espacio que le rodea.

         - Interdisciplinar otras áreas, principalmente música y plástica, con el fin de globalizar la enseñanza.




Autora: María Gómez de Aranda Soto

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